Pornografía. La Industria Distorsionada del Placer.

por | Nov 15, 2022 | 0 Comentarios

 

 

Vivimos en la época donde lo visual manda, tiene un poder incalculable y en muchas ocasiones hace que los demás sentidos se anulen. Cuando vemos ciertas imágenes nos quedamos como si estuviésemos en otro mundo. Nos llaman y no atendemos, se nos cae algo de las manos y no nos damos cuenta, vamos andando por la calle y tropezamos con algo.

Y este poder lo controla muy bien la industria del porno, que invierte millones de euros en producir cortos vídeos, con un impacto visual enorme y un mensaje claro: el porno es un mundo de fantasía donde todo vale.

En primer lugar, analicemos el porno en la actualidad. ¿Qué tipo de porno se está haciendo ahora? ¿Cómo es el contenido? ¿Cómo son las relaciones sexuales que aparecen en esos vídeos? ¿En qué contexto están inmersas las historias que cuenta?

Actualmente en el porno se están reproduciendo escenas donde el leitmotiv de todas ellas es representar el poder masculino y se está haciendo desde la violencia. Las escenas que son más vistas son aquellas donde el hombre domina a la mujer, obliga a ejecutar prácticas y donde por supuesto, ellas lo desean. Por si no queda claro, en ocasiones incluyen personajes como jefes, policías, profesores o autoritarios padres de familia, es decir, figuras con un alto nivel de potestad frente a las mujeres que comparten este espacio con ellos.

Sólo hay que revisar los títulos de los vídeos más vistos, como por ejemplo “padrastro viola a su hija por llegar tarde”, “hija suple a su madre y se folla a su padre”, “policía se la folla por ladrona”. Podemos comprobar de una manera muy sencilla la alusión a la violación como una conducta sexual aceptable, ya que se introduce dentro del deseo sexual como práctica natural, sin pensar que es un delito y las consecuencias que genera para una mujer que ha sido violada. Por otro lado, el constante rol sumiso de las mujeres favorece la reproducción de la violencia machista, normalizando la desigualdad en una relación sexual, donde venden que las mujeres permanecen en ese plano por naturaleza o deseo propio. Por último, la permisividad y el ”todo vale” que convierte este espacio como un pozo de delitos relacionados con las violaciones, la pederastia, la explotación sexual, el secuestro y muchas otras vulneraciones de derechos humanos, y encuentran normalizadas en toda web pornográfica.

La pornografía refuerza la idea patriarcal del poder del hombre sobre la mujer, las conductas que se exponen en las escenas son altamente agresivas, conductas como asfixia, tirones de pelo, penetraciones salvajes, no respetar el NO,… las podemos ver en cualquier web porno, no hace falta buscar mucho.

¿Cómo funciona?, Pues a través de varias estrategias y reproducción de mantras, como por ejemplo, que el deseo de la mujer no aparece y si emerge, no es tenido en cuenta. El decir NO, no es indicativo de que la relación se vaya a detener, al contrario, es una forma más de excitación, es la confirmación de que se pueden tener relaciones sexuales cuando una mujer se niega a tenerlas, sobre todo porque al final de estas escenas la mujer disfruta, reforzando la idea de que a las mujeres violadas “en el fondo les gusta”. Pero esto no es todo, aun cuando la mujer en todo momento dice no y no existe su disfrute, la relación sexual (o violación, mejor dicho) no para, ¿Qué conlleva esto?, pues la erotización de las violaciones y la creación de una fantasía en el ideario masculino que en muchas ocasiones se lleva a la práctica.

Artículo-sobre-porno

El porno se ha convertido en la educación sexual “oficial”, ante la pasividad de los poderes públicos en el sistema educativo. Niños y niñas navegan en Internet buscando respuestas, para resolver la curiosidad e inquietudes propias de la edad, sin embargo, lo que encuentran es una ventana a la ficción de la millonaria industria del porno, una sobreexposición a una gran diversidad de escenas impactantes y explícitas, de manera que incitan el visionado de vídeos muy cortos listos para consumir uno detrás de otro. De esta manera, hallan explicaciones a sus preguntas desde una visión adulta y altamente agresiva. El porno les está enseñando cómo son las relaciones sexuales y qué prácticas son aceptables y habituales.

Otra cuestión muy preocupante, es que cuando se visualiza masivamente este contenido, la empatía se diluye. Al naturalizar y mostrar de manera “erótica y estimulante” escenas violentas, se produce un efecto de desempatía, es decir, la lejanía con las imágenes, visualizar gestos de placer por parte de las mujeres y entenderlo como sexual y placentero, distorsiona la percepción de la supuesta relación sexual, y la empatía desaparece frente a estos estímulos sexuales. Sí, reales, las mujeres están sufriendo de forma real, no es una película con efectos especiales.

En la actualidad el discurso neoliberalista se apoya en la libertad de elección para justificar que estas actrices estén sufriendo prácticas vejatorias y violentas porque así lo deciden ellas. Este discurso  macabro y alimentado por el patriarcado ha sido capaz de borrar la comprensión sobre el concepto de socialización, de cómo nos influye nuestro entorno y cómo la sociedad nos invita a hacer unas cosas y no otras. Esta violencia que se ejerce hacia la mujer en la pornografía, no se reconoce como tal, la idea principal que surge cuando hablamos del porno es que “ellas lo hacen porque quieren, podrían dedicarse a otra cosa”. Falta mucho conocimiento sobre las razones que le llevan a miles de mujeres a protagonizar estas escenas, y seguramente, palabras como trata, pobreza y secuestro vayan de la mano con esta realidad.

Otras ideas que refuerzan este discurso es la manida creencia de que el hombre no puede reprimir sus impulsos sexuales. Y ¿esto que tiene que ver con la violencia? Se trata de buscar excusas para justificar lo injustificable. Si el hombre no puede frenar su deseo, ¿es necesario que cuando tengas relaciones sexuales compartidas tenga que usar la violencia? La respuesta claramente es no. A los cuerpos de los hombres no les ocurre nada malo si no dan rápida respuesta a sus deseos sexuales. Recordemos que la violencia ejercida dentro de la sexualidad corresponde a una conducta de dominación y control, no a una respuesta ante el deseo sexual. Es la excusa perfecta para poder seguir dominando. Se introduce la violencia como práctica sexual deseable. Es la erotización de la violencia.

El gran peligro con el que nos encontramos es que se está relacionando el placer con ejercer violencia hacia las mujeres. El porno nos muestra violencia sexual, y le llaman sexo. Y esto forma parte del imaginario colectivo, donde hombres como mujeres recrean y adoptan los comportamientos que se esperan de ellos y ellas, y se asimila, de manera natural, que la violencia, vejación, agresividad física, etc. es lo deseable, que es lo divertido y placentero. Lo que nos estamos tragando, y nunca mejor dicho, es la idea de que a las mujeres nos gusta esta violencia y a los hombres ejercerla.

Si volvemos a la idea de que el porno está educando, lo está haciendo reproduciendo estereotipos que refuerzan las ideas más rancias sobre hombres y mujeres, como por ejemplo, que todas las mujeres usan su cuerpo como manera de obtener una recompensa, desde un puesto de trabajo a que se anule una multa. Si actualmente hay un problema con la aceptación de los cuerpos, de quererlos tal y como son, el porno no ayuda, ya que los cuerpos femeninos que muestra son normativos,  perfectos, sin estrías, sin pechos caídos,… en cambio cuando hacen referencia a otro tipo de cuerpos femeninos que no son tan perfectos incluyen categorías en las páginas donde para hacer referencia a ellos usan nombres insultantes, como “gordas follables”.

Como conclusión decir que el porno mal educa, a adolescentes y a personas adultas, mostrando violencia sexual de múltiples maneras. La estrategia usada por la estructura patriarcal, ya que ahora la mujer ha conquistado espacios habitualmente considerados masculinos, es usar las relaciones sexuales para seguir manteniendo ese estatus de poder y en consecuencia confirmar la masculinidad patriarcal, que se basa en el poder y dominación de todo.

La violencia sexual actual, alimentada por la pornografía y la normalización de la misma, se encuentra en el punto de mira de la agenda feminista actual. Es por ello que debemos desenmascarar a la industria del porno, por sus consecuencias nocivas hacia niños/as, jóvenes y población en general y por la libertad que disfrutan vejando y violando cada día a miles de mujeres, ganando dinero a costa de la violencia sexual, que no sexo.

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